Nuestro modelo de vida es María, a quien contemplamos en su vida en Nazaret y en la primera comunidad cristiana. Como ella, deseamos ser eficaces en la cercanía y el apoyo a la Iglesia, convirtiéndonos en instrumentos de la misericordia divina. Siguiendo su ejemplo, estamos llamados a ser presencia viva de María. Para ello, debemos impregnarnos de su espíritu de humildad y amor a Dios, aprendiendo a "sentir, pensar, juzgar y actuar como María". Las Sagradas Escrituras nos presentan a María como el apoyo de la Iglesia naciente; del mismo modo, los maristas queremos ser ese apoyo hasta el fin de los tiempos. La fidelidad al Evangelio y a las enseñanzas de la Iglesia serán las características distintivas del servicio que los padres maristas aspiramos a realizar.

Contacto Vocacional:

cformacionjccolin@gmail.com

La Sociedad de María está compuesta por diversas ramas que, desde diferentes vocaciones, comparten el carisma marista y la misión de vivir al estilo de María. Estas ramas incluyen sacerdotes, hermanos, hermanas religiosas y laicos, todos comprometidos con el servicio a la Iglesia y al mundo. Cada grupo, desde su particularidad, contribuye a hacer presente el espíritu de María a través de la educación, la misión y el acompañamiento pastoral.

Padres Maristas: Fundados por Jean-Claude Colin, son una congregación de sacerdotes y hermanos dedicados a servir a la Iglesia y al mundo bajo el nombre de María.

Hermanos Maristas: Fundados por San Marcelino Champagnat en 1817, se enfocan en la educación de niños y jóvenes, especialmente los más desatendidos, difundiendo el amor de Jesús a través de María.

Hermanas Maristas: Fundadas por Jeanne-Marie Chavoin, son una congregación de religiosas llamadas a seguir a Cristo viviendo el Evangelio al estilo de María.

Misioneras: Surgieron cuando mujeres de la rama laica fueron en misión a Oceanía, siendo una de las pioneras Françoise Perroton. Se dedican a servir la misión de Cristo en el espíritu de María en todo el mundo.

Laicos Maristas: Son hombres y mujeres que, sin ser miembros consagrados, comparten y viven el carisma marista en sus vidas cotidianas, colaborando en la misión de la Familia Marista.